Teatro Nuevo León montó El Gesticulador de Rodolfo Usigli, el 18, 19 y 20 de enero en la Gran Sala del Teatro de la Ciudad.

Por Guillermo Jaramillo
Fotos José Luis Macías
En México la gente vive de la simulación. Eso pareciera decir –a poco más de una década de la Revolución Mexicana– el profesor de historia mexicana, César Rubio, mientras usurpa la identidad del otro César Rubio, general de la Revolución.
Un personaje clave para comprender la naturaleza y los alcances del movimiento dentro de la comedia mexicana es El gesticulador, del dramaturgo Rodolfo Usigli.
Pero el bandido acto de Rubio le acarreará conflictos de toda índole. Al interior de su familia se crea una especie de descontento por parte de Miguel, el hijo rebelde y luchador social; Julia, la menor de la familia; y Elena, su mujer, éstas dos últimas rendidas de una vez por todas por las delicias del poder, ya que César será propuesto por el PRN como candidato a gobernador del estado de Nuevo León.

Mafia, poder, corrupción alcanza a esta familia mexicana asida a la esperanza de mejora que pretende la Revolución. La puesta se presentó en el Teatro Nuevo León con la dirección de Iván Domínguez, y Francisco de Luna como productor ejecutivo.

Con El gesticulador, llega la modernidad al teatro mexicano. La obra es una crítica política y social, llena de tensión entre cada escena tragicómica. Comenzó a despertar conciencias y cuestionar lo que hasta ese momento era incuestionable.
Las históricas elecciones de 2018 muestran que el país aún padece de los mismos males que hace más de 70 años. Si bien ha llegado una nueva clase de políticos, el pueblo mexicano sigue fascinado con los gesticuladores.
Los actores principales fueron Mauro Samaniego, en el papel de César Rubio; Rosalva Eguia, como Elena de Rubio; Diego de Lira, como Miguel, J-oselyn Paulette como Julia; Roberto Alanís como Bolton; y Pedro Rivera como General Navarro.
