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Es tetratelescopio guardián de asteroides

Será el primer instrumento de su tipo en México, de entera fabricación universitaria. El telescopio se instalará en el Observatorio Astronómico Universitario, que la UANL inaugurará en 2019, y se ubica a más dos mil 400 metros de altura en el municipio de Iturbide.

Por Luis Salazar

Fotos: José Luis Macías

A los asteroides, como a las balas, no se les teme por su tamaño, sino por su velocidad. Sabiendo esto, la UANL contará con un nuevo guardián de los cielos que vigilará a estos inquietos cuerpos rocosos que también orbitan al Sol y viven entre Marte y Júpiter.

«Su nombre es Tlapiani –significa guardián en náhuatl– y es el primer tetratelescopio de su tipo en México y de manufactura 100 por ciento universitaria», comentó la doctora Flor García, especialista en el área de Diseño Mecánico y Manufactura Avanzada del proyecto.

Este paladín de los cielos será el protagonista del Observatorio Astronómico Universitario, cuya ubicación está en el Cerro de Picachos, municipio de Iturbide. Se tiene programado terminar su construcción el próximo año, en 2019.

Con este proyecto, México entrará en la Campaña Internacional de Monitoreo de Asteroides, que incluye a varios países y los cuales engrosan el catálogo de objetos año con año.

“México tiene el tercer o cuarto mejor cielo del mundo para la observación; y Nuevo León tiene el segundo mejor del país con los oscuros cielos de Iturbide”, comentó el doctor en Astronomía y catedrático de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas, José Enrique Pérez.

Cada telescopio en este poker mide 50 centímetros de diámetro y la geometría de sus espejos permitirá ver objetos con una magnificación de 20 veces; y si son brillantes hasta 100 veces. Además, podría ver objetos muy lejanos o muy pequeños, según el investigador.

Es un proyecto de vinculación entre la FCFM de la UANL y el Instituto de Astronomía de la UNAM, que se ubica en Ensenada, Baja California. Es cien por ciento universitario, ya que en ambas universidades trabajan con el diseño mecánico, de electrónica y óptica. Asimismo, empresas nuevoleonesas colaboran con el perfilado y modelado de las piezas.

“Nos permitirá estudios profundos de los asteroides. La idea es que cada tubo observe un mismo objeto en distintas longitudes de onda y de las propiedades de su superficie y su constitución interna como silicatos o metales”, explicó el astrónomo.

Los principales sospechosos serán todos aquellos cuerpos que tengan la intención de fugarse del Cinturón de Asteroides –ignoto o conocido– y la inercia de su viaje nos indique que busca merodear o –peor aún– impactar en el pacífico planeta Tierra, nuestro hogar.

Los asteroides son los inquietos del vecindario, pero hay otra pandilla que viene fuera del Sistema Solar. Tiene su órbita más definida y necesita acercarse al Sol; a veces tardan décadas o incluso siglos en regresar, pero no son menos peligrosos, ellos son: los cometas.

Los cometas se componen de hielo recubierto por material orgánico –para muchos son el origen de la vida en la Tierra– y pavonean una enorme estela; son pocos. Los asteroides, en cambio, son miles de fragmentos de rocas en fuga más pequeños, a veces indetectables, que incluso algunos del tamaño de una lavadora pueden hacernos mucho daño, aseguró el especialista.

“El proyecto tiene vertientes que derivarían en tesis de maestría. Tenemos que empezar a estudiar la fotometría de los asteroides y que los alumnos conozcan la instrumentación y tratamiento de datos observacionales”, comentó José Enrique Pérez.

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