El 5 de octubre se montó La loca del maniquí en el Auditorio “Alfonso Rangel Guerra” de la Facultad de Filosofía y Letras.
Por Guillermo Jaramillo
Los estudiantes de la facultad y el público en general se encontraron con que en el escenario del auditorio habían colocado un torso. El espanto y el asombro crecieron al observar más los detalles. Era un maniquí, era femenino y estaba mutilado.
De pronto las luces tomaron sintonía y apareció Xavier Caro, el actor que daba vida a La loca del maniquí, monólogo de Xavier Araiza.
Vestido como una dama de la alta sociedad, la escenografía que se montó fue la siguiente. Por un lado, contaba con un espejo que reflejaba ese torso mutilado. Frente al cristal, estaba una fotografía de Freud. En una mesa ornamental, yacía el busto en mármol de Aristóteles.
El monólogo plantea la reflexión sobre la política, el entorno social, asuntos económicos y la violencia de género.
“Toca un tema muy candente como es la violencia hacia las mujeres. Los traumas en el caso del personaje son muy graves, porque la libertad está limitada desde su familia”, indicó Xavier Araiza, autor y director del monólogo.
La loca interactuaba con el público. Se paseaba entre los asistentes. Dejaba caer una bolsa de canicas.
De pronto el tema de Eva, la gran Eva bíblica se hizo presente. La Gran Madre, La Subversiva fue contrastada con la figura de la Virgen María.
El maniquí mutilado era la representación de la actualidad que vive la mujer, cooptada por los hombres poderosos, abandonada, ultrajada, vista como un objeto manipulable.
Al final de la puesta en escena, los estudiantes mostraron sus inquietudes en una ronda de preguntas y respuestas. Dejaron claro que en el teatro la obra no termina al bajar el telón.