La UANL y la Casa Universitaria del Libro inauguraron Instantes sonoros, el 20 de junio.
Por Guillermo Jaramillo
Fotos: Jessica Mora
Retomando la serie Herbarios, el joven artista coahuilense, Adair Vigil, presentó Instantes sonoros, una exposición de esculturas realizadas sobre partituras de papel, además de una instalación sonora en la Casa Universitaria del Libro, inaugurada el 20 de junio.
El roce del viento crea un sutil sonido y produce una música única. La instalación sonora tiene como fuente unas partituras.
“Es una instalación sonora a partir de libro objeto, libros intervenidos con recorte. Estos libros son del acervo de la Casa Universitaria del Libro.
“Revisando este acervo me encuentro con esta serie de partituras que para mí fue una revelación, ya que hace dos años que empecé a trabajar con arte sonoro, experimentación sonora, performance, todo lo que sale a partir de la música no académica”, indicó Vigil, profesor de Artes Plásticas en la Universidad Autónoma de Coahuila, y director del estudio Lomelí, en el Centro de Saltillo.
Un viejo interés
Esta serie de recortes la comenzó en 2012 y 2013, en la cual trabajó dos años para experimentar en otros temas. Este viaje a Monterrey lo retornó a viejos intereses.
El ejercicio en Casa Universitaria del Libro consistió en reinterpretar las partituras a través del arte que ha realizado. La instalación sonora consistió en colocar un micrófono que intensificara el sonido del aire rozando las hojas intervenidas de las partituras, música que permanecería durante toda la exposición en la sala.
“Lo que me interesa es lo sutil de las cosas. Yo estoy intentando aquí generar sonido a partir del roce del papel, lo cual es demasiado sutil. Cómo identificas eso, cómo lo utilizas.
“Para mí el mensaje sería que dentro de cada cosa hay una línea muy sutil que puede ser susceptible y transformarse en algo”, detalló el artista, cuya exposición se encontrará en la sala de la Casa Universitaria del Libro hasta el 31 de agosto.
Además del arte conceptual, Vigil ha estado inmerso en el arte comunitario. En la ruptura con este tipo de objetivos, estar en Monterrey le dio la oportunidad de regresar a estas exploraciones sonoras, pero con una visión definida: la reinterpretación.
“Antes salía a la calle, tomaba muestras de plantas que crecen en la capa asfáltica, y hacía una clasificación de la gráfica.
“La gráfica surge cuando en los primeros libros de imprenta fueron estudios botánicos. Y mi idea era jugar con eso, pero a mi manera en el plano urbano. Ahora estoy buscando que el corte sea más sencillo, de dos tipos, una hoja más amplia y una más pequeña y ver qué tipo de sonidos produce”.