La Pinacoteca Nuevo León fue el marco para la presentación del catálogo de la exposición Érase un maldito paraíso, de Gerardo Monsiváis.
Por Guillermo Jaramillo
Fotos: José Luis Macías
El paraíso perdido de Gerardo Monsiváis “busca profundizar en las vísceras del espectador y generar un impacto en sus sentidos”, señaló el artista en la presentación del catálogo de la exposición Érase un maldito paraíso, en la Pinacoteca de Nuevo León.
Impacto inmediato, un knock out es lo que pretende Monsiváis con estas piezas que se expusieron hasta el pasado mes de junio.
“Busco que mi obra tenga un impacto sensorial, que mis pinturas lleguen primero a las vísceras del espectador, que les impacte en lo sensorial antes de que piensen demasiado lo que están viendo, les guste o no.
“No es arte abstracto, no hay que pensar en formas, entender de geometrías. Creo que mi obra en este proyecto es visual, más emotivo y afectivo”, señaló Monsiváis, quien estuvo acompañado de la curadora Sara López, y del artista visual Futuro Moncada.
La exposición se conformó por más de 50 obras en las que se aprecia una crítica mordaz al deterioro de nuestra era.
Asiduo a la exploración de sitios desconocidos, Monsiváis se posa ante el paisaje, siempre en solitario. De ahí nace la idea de plasmar la devastación que existe en el choque de lo urbano y la naturaleza.
“Es consecuencia de representar lo que veo y voy encontrando, añadiendo ese componente misterioso con el que pareciera que las cosas cobran vida, que nos miran”, expresó Gerardo Monsiváis.
Monsiváis es un artista multidisciplinario y lo demostró al inicio de la presentación al hacer uso de guitarra y procesadores de sonido ejecutando ritmos.
El deseo de encontrarse es lo que deriva estas obras, señaló Sara López, sobre un país agreste.
“Estos paisajes son encuentros en una deriva obligada por el deseo de encontrarse, adentrándose en las entrañas de un México irresoluto que conserva una naturaleza agreste a fuerza de la carencia económica y que sirve de contexto a algunas ruinas jóvenes de una trunca prosperidad, situadas entre montañas de basura, creando unas imágenes pictóricas desgarradoras y a la vez hermosas”, describe la artista Sara López.