Consolidan cubanos el deporte en la UANL
Tres décadas han pasado desde que un contigente de entrenadores provenientes de la Isla llegó a la UANL para impulsar, con base en innovadoras metodologías y disciplina, el deporte en la Universidad y contribuir a su liderazgo a nivel nacional.
A mediados de la década de los noventa, el deporte de la Universidad Autónoma de Nuevo León estaba a punto de recibir a entrenadores cubanos que mejorarían la preparación técnica y metodológica no solamente de los deportistas Tigres, sino de los estudiantes de la Facultad de Organización Deportiva (FOD) y de los entrenadores de las preparatorias y facultades de la Universidad.
Dicho convenio fue impulsado por el director de la Comisión Nacional del Deporte (CONADE) de esa época, Raúl González Rodríguez, quien firmó el acuerdo para que el deporte de Nuevo León se viera beneficiado con la llegada de dichos entrenadores, los cuales poseían una experiencia basta en la academia y en el campo de competencia.
Los resultados de Cuba en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, donde consiguió 14 medalla de oro y un quinto lugar general en el medallero, presagiaban grandes resultados para el deporte estatal.
Quizá en competencia los triunfos esperarían, ya que el cambio de todo lo que engloba la preparación de un equipo deportivo era lo que más importaba a Daniel Bautista Rocha, medallista de oro en los Juegos Olímpicos de Montreal 76 y director del deporte en Nuevo León en estas fechas.
Con ese convenio, las instituciones educativas se vieron beneficiadas en el área deportiva. La UANL realizó el convenio a través del Consejo Consultivo del Deporte, formado en 1994 y dirigido por Gilberto Mario Garza. Con su gestión llegaron entrenadores cubanos a varios deportes y dos estadounidenses para el futbol americano y el basquetbol”.
Pérez García añade que se hizo una evaluación para determinar qué deportes estaban en crecimiento, cuáles podrían robustecerse o, como en el caso del waterpolo, iniciar su desarrollo.
El director comenta que también se hicieron presentes mediante conferencias y talleres ofrecidos en la FOD atletas cubanos como la fondista Ana Fidelia Quirot, medalla de bronce en Barcelona 1992 y plata en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996, y Alberto Juantorena, doble campeón olímpico en Montreal 1976.
Un contingente de primer nivel
Un momento clave para el deporte de la UANL fue la llegada del profesor Arístides Lanier Soto al posgrado de la Facultad de Organización Deportiva, trayendo consigo a los entrenadores Carlos Amador, de atletismo; Alejandro Laberdesque, en lanzamientos; Carlos Benítez, en polo acuático; Romarico Sánchez, en atletismo; Carlos Torres, en esgrima; Miguel Tachín, en lucha olímpica; Bárbaro López, en halterofilia, y Graciela Benítez, en gimnasia.
Junto con ellos también llegaron Maricruz Herrera en voleibol y Rita Monzón y Humberto Sánchez en natación. En la actualidad, la presencia cubana se mantiene con los entrenadores Jaime Jefferson, en atletismo, Abraham O Reilly Román, en esgrima, y los mismos Monzón, Laberdesque y Benítez.
La idea general fue que el deporte universitario tuviera mejores resultados a largo plazo, de manera que se empezaba a sembrar un futuro sobre aspectos metodológicos, los cuales se mejoraron, se fueron fundamentando y todo eso fue trascendental para que hoy en día la UANL sea una potencia deportiva”.
Pérez García mencionó que se comenzó a trabajar con todo un equipo que auxiliara a los entrenadores en su trabajo, contando con un metodólogo, un psicólogo, un médico del deporte, sociólogos, nutriólogos, es decir, todo un grupo de especialistas con la mira puesta en el desarrollo del deportista y del deporte mismo.
Bases de una cultura deportiva
Si para un deportista dedicado al cien por ciento a entrenar es difícil obtener los máximos logros en su disciplina, lo es más para un atleta que combina los estudios con el deporte.
De una historia semejante fue testigo Alejandro Laberdesque, quien pudo llevar a Diego del Real Galindo a dos Juegos Olímpicos, acariciando el podio en la edición de Brasil 2016.
“Desde el principio (1992) fue un privilegio llegar a la UANL. Ahí siempre hay estudiantes con enorme talento y potencial, y eso es la base para llegar a las metas. Lo primero fue crear la cultura deportiva de entrenar todos los días y entonces me comenzaron a seguir los más interesados y empezaron a llegar las primeras medallas. La metodología fue trazarnos objetivos concretos y los estudiantes vieron cómo mejoraban sus marcas”, recalcó Laberdesque.
El entrenador trabajó de inicio en el INDE de Nuevo León y después se unió al programa de atletismo de la UANL con el equipo de FIME, para incorporarse luego a Tigres en 1993.
Lo primero que se estableció fue la cultura deportiva en el entrenamiento, de entrenar dos o tres día e intercalados, a entrenar de lunes a sábado. Todo con procesos pedagógicos de manera consciente y continua y el atleta entendió que para avanzar en lo deportivo había que cumplir un plan y en lo académico era exactamente lo mismo”.
Así comenzaron a sonar a nivel nacional los nombres de Héctor Ponce y Jessica Ponce, César Chaparro, Daniel Chapa, Santiago Olvera y José Lagunes, entre otros estudiantes que arrasaron con el medallero de la Universiada Nacional por varios años y cuyo cambio generacional llegó con Diego del Real en el lanzamiento de martillo.
“El desarrollo del deporte a través de los resultados fue producto de una cultura donde los estudiantes crearon conciencia de un entrenamiento invisible, eso que no hacen con el entrenador, al no desvelarse y cuidarse en todos los sentidos, además de formar parte de un grupo multidisciplinario y ser ellos mismos disciplinados, lo que los lleva invariablemente a mejorar sus marcas y desde luego su persona”, indicó.
Un ejemplo el polo acuático
Carlos Benítez llegó a la UANL en 1992. En ese tiempo solo había un proyecto de lo que sería el equipo de waterpolo de Tigres, pero años después fue múltiple campeón en la Olimpiada Nacional (hoy Juegos CONADE), volviendo a la Universidad y a Nuevo León en toda una potencia en este deporte.
“Él desarrolló el waterpolo desde cero, lo fundamentó, lo hizo crecer y hoy somos potencia; incluso se ha dado la exportación de jugadores a otros estados, pero sobre todo ha formado profesionistas y personas de bien para la sociedad”, observó José Alberto Pérez García.
Para Benítez, los fogueos competitivos en el extranjero fueron fundamentales para el crecimiento de este deporte, a través del cual se pondera la preparación física y mental del deportista para su desarrollo personal.
Luis Guajardo, por su parte, inició la práctica de este deporte en FIME y mediante un escauteo dio forma al equipo de Tigres, que obtuvo el quinto lugar en la Universiada Nacional de 1992 y, con base en el fogueo internacional, llegó a los subcampeonatos en el 1996 y 1997, para finalmente en 1998 y 1999 coronarse campeón nacional universitario. Estas conquistas dieron pie a la creación de academias infantiles y juveniles que hasta la fecha siguen vigentes.
Un aprendizaje que permanece
Para el actual entrenador de box de Tigres, Juan Ángel García Peña, los entrenadores cubanos forjaron una escuela deportiva de excelencia cuyas bases y aportes siguen marcando pautas el día de hoy.
Todos formaron una escuela con base en sus conocimientos, como Rolando Prieto en clavados, los cuales ha internacionalizado. O como ha sucedido en la halterofilia con Idelfonso Chenique y Bárbaro López, quien llegó directo del Centro de Alto Rendimiento de Cuba. Todos ellos dejaron enseñanzas en la práctica y en los libros, e indudablemente su legado persiste”.
Él mismo enfatiza que una de las principales contribuciones de la escuela cubana en la Universidad fue el establecimiento de los grupos metodológicos para cada deporte, situación que no se encontraba arraigada en México, sin olvidar la capacitación y especialización de cada disciplina deportiva.
“Así llegó el posgrado de la Facultad de Organización Deportiva, con Arístides Lanier Soto y Cayetano Garza como ejes centrales. Desarrollaron la Maestría en Alto Rendimiento y la facultad experimentó un crecimiento notable. Aumentó la infraestructura deportiva y la FOD comenzó su transformación, al grado de que hoy en día atestiguamos una mejora de sus programas académicos, la certificación de sus planes de estudios y la doble titulación que se tiene en licenciaturas y posgrados”, dice orgulloso el actual entrenador de box de la UANL.
La escuela cubana cumple treinta años de haber llegado a la UANL y haber dado realce al deporte universitario en todos sus niveles, ya que su conocimiento no solo fue recibido por los entrenadores de los representativos Tigres, sino que fue replicado por los entrenadores de preparatorias y facultades de la Universidad, que han logrado encumbrar a los atletas universitarios tanto en los torneos intrauniversitarios como a nivel estatal.
Por: Norberto Coronado