Llenarán de anécdotas presentación del libro sobre Antonio Tanguma
"Antonio Tanguma Guajardo. Vida y obra musical" se presenta el 14 de diciembre en el Colegio Civil Centro Cultural Universitario.
A los cinco años, Antonio Tanguma conoció el acordeón y jamás separaría de él en toda su vida. Tal fue el fruto de esta relación que juntos sellaron una de las historias más legendarias de la música del noreste.

Mi papá tenía unos cinco años cuando conoció el acordeón. Fue por un primo. Era un instrumento delicado y no se lo dejaban tocar, pero después le pudieron comprar el suyo. Se iba a la plaza a ver a los acordeonistas, que eran pocos, pero ahí les iba aprendiendo. Fue autodidacta”.
Esta historia, rica en anécdotas y reflejo de la época cultural del músico nacido en China, Nuevo León, en 1903, está contenida en el libro Antonio Tanguma Guajardo. Vida y obra musical, que se presenta el 14 de diciembre en el Colegio Civil Centro Cultural Universitario.
El Aula Magna Fray Servando Teresa de Mier será el escenario de la presentación del material publicado por Casa Editorial los Ojos de Eva y escrito por la hija del célebre músico Hilda Tanguma.

El libro se edita gracias al apoyo del Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (PACMYC) y será presentado por Juan Alanís, Claudia Alanís y René Rivera.
La cita es a las 11:00 horas y se espera la participación del grupo Pico de Gallo y el ballet folclórico de la UANL.
El legado de Antonio Tanguma consiste en piezas inolvidables del cancionero regional como “Evangelina”, “El naranjo”, “El cerro de La Silla” o “El circo”.
Anecdotario
El libro es un compendio de anécdotas, recortes de periódico, programas de presentaciones, invitaciones a la radio y televisión. Todo ello en 296 páginas repletas de fotografías que hacen sentir en el aire las notas de una redova.

“Yo veía a mi papá con su instrumento siempre. Lo veía como cualquier trabajo. Yo no pensaba que él estaba componiendo. Solo veía que se iba por la noche a tocar y regresaba”, evocó Hilda
Hay muchas anécdotas con mi padre. Una de ellas fue que cuando invitó al maestro René Rivera a buscar a un tamborilero en Allende, al llegar a la casa del hombre, el señor no estaba, y entonces su esposa tomó un tambor y lo comenzó a aporrear porque así era como el señor se daba cuenta que alguien lo llamaba y entonces vino a atender a mi papá”.
Por: Guillermo Jaramillo Fotografía: Roberto Castañón