“Ver a mis hijos competir juntos es algo grande y maravilloso”
Esteban y Emiliano Marcial Chavarría comparten su gusto por la práctica del rugby y la danza folclórica. Ambos forman parte del equipo de Tigres y debutan en la Universiada que se realiza en Ciudad Juárez para orgullo y alegría de sus padres.
Por: Eduardo Rodríguez Palacios Fotografía: Patricia Rosales
El arte y el deporte son dos rubros que pueden ir de la mano y que, al combinarse, también pueden dar excelentes resultados, tanto en el plano físico, como en el mental y personal.
Esta combinación la viven a diario los hermanos Esteban Emiliano y Francisco Marcial Chavarría, jugadores de rugby de la Universidad Autónoma de Nuevo León que desde su infancia y hasta la fecha practican la danza folclórica y además realizan deporte.
“Desde muy pequeños siempre hemos practicado la danza y ha sido algo que nos han inculcado nuestros padres a lo largo de la vida. Esto nos ha brindado muy buenas cualidades para el deporte. Y en mi caso considero que tengo muy buen manejo de pies. De hecho, el pasar de la danza al deporte fue una transición sencilla por el hecho de estar siempre en movimiento”, resalta Francisco, estudiante de la Facultad de Organización Deportiva (FOD).
Su padre Emiliano Francisco Marcial piensa algo similar al reiterar que la danza les ha ayudado a sus hijos en su desempeño deportivo en la coordinación, la habilidad, la elasticidad y la disciplina.
Ambos alumnos de la UANL, Francisco y Esteban forman parte del equipo de rugby de Tigres que participa en la Universiada Nacional 2022 que se lleva a cabo en Ciudad Juárez, Chihuahua.
El compartir cancha con mi hermano era un sueño que tenía, sin embargo, sentía que era poco probable que se diera, pero la vida da muchas vueltas y nos tocó jugar en la Universiada. En el campo jugamos demasiado bien y es que hay una conexión particular entre nosotros. Es una maravilla y un sueño hecho realidad que me llena de mucha alegría”.
De acuerdo con sus padres, Emiliano Francisco Marcial y Kenia Chavarría Ruiz, quienes cuentan con más de 30 años dedicados a la danza folclórica, el verlos competir por primera vez en una Universiada Nacional es una sensación maravillosa, ya que nunca los habían visto jugar rugby juntos, por lo que consideran este momento como un regalo de la vida.
Verlos competir juntos es algo grande y maravilloso que siente el corazón, el espíritu y el alma, porque no hay ninguna economía que lo pague. Como padres, les transmitimos valores como la humildad, el respeto y el siempre ayudar a sus compañeros”.
Su gusto por el rugby
Esteban Emiliano es el hermano mayor con 25 años de edad. Él conoció el rugby en la Universidad Autónoma de Nuevo León, en donde fue invitado a practicarlo. Posteriormente, fue él quien le transmitió a Francisco la pasión por este deporte.
Toda vez que el alumno de posgrado de la FACPYA iba de vacaciones a Los Cabos, Baja California, donde actualmente radican sus padres, le pedía a su hermano menor que le ayudara a practicar, por lo que terminó enseñándole a jugar.
“La chispa surgió cuando Esteban fue a dar un campamento de rugby a Los Cabos y entré. Ahí empezamos a ver técnicas de tacleo, cómo se jugaba, la forma de pasar el balón y desde ahí me adentré aún más en la disciplina”, señala Francisco, el hermano menor de 19 años de edad y que juega su primera Universiada Nacional este año.
Lo que más me gusta del rugby es el contacto, porque me prende el hecho de contactar, llevar al suelo, pararme y estar listo, así como ver cómo todos mis compañeros están preparados. Es una sensación magnífica. La esencia de este deporte la describo como hermandad”.
En el caso de Esteban Emiliano, lo que a él más le gusta del rugby es la sinergia y la cohesión que se necesita en el equipo para lograr un buen resultado.
“Para mí la esencia de este deporte es la unión, ya que es lo más grande”, expresa quien está jugando su primera y última Universiada Nacional en Ciudad Juárez, Chihuahua.
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