Replantean uso de centros comunitarios
Los especialistas perciben que en los centros comunitarios de Nuevo León se privilegió la capacitación laboral sobre el diálogo y hacer comunidad.
Por: Luis Salazar
El uso de todo tipo de violencia en esta esquina del mundo está tan socializado que habría que buscar los espacios físicos en donde la comunidad se reúna para replantearse su propia ciudadanía e incentivar la democracia participativa.
Uno de estos espacios para ‘hacer comunidad’ bien podrían ser los 43 centros comunitarios de desarrollo social que hay en Nuevo León. Sin embargo, no han podido ser del todo esos espacios sociales que se buscó de ellos.

A esta hipótesis llegó el arquitecto Saúl Arturo Arias Hernández al realizar su tesis de maestría junto a su asesor, el doctor José Manuel Prieto González, y luego confeccionar un libro sobre esta temática.
El libro “El reto de hacer comunidad. El papel de los centros comunitarios en la prevención de la violencia y otras patologías sociales: el caso de Nuevo León” fue presentado el 9 de marzo en el IV Foro Internacional del Conocimiento, Posgrado e Investigación de la Facultad de Arquitectura (FARQ).
Son centros de capacitación laboral
En la investigación, Arias Hernández y Prieto González buscaron responder: ¿qué papel cumplen los centros comunitarios en términos de prevención de la violencia? Uno de los aspectos que es fundamental está relacionado entre la dicotomía de capital humano y capital social.
Arias planteó que hablar de centros comunitarios desde la perspectiva de un arquitecto pudo haber sido evaluar la calidad o la funcionalidad del recinto; sin embargo, ellos optaron por buscar cómo impacta socialmente en los sectores donde están ubicados.
El tesista y hoy arquitecto considera que los centros comunitarios locales se centran en desarrollar capital humano para integrarse a un mercado laboral, considerando que es ésta la vía para escalar en la pobreza.
“Pero ha quedado pendiente el capital social, cómo hacer comunidad, no solamente que se reúna, sino que se una, que colabore, eso hace el tejido social. Que pueda participar de su derechos ciudadanos, de una democracia sólida”, esgrimió.
…pero aún no de ciudadanía
El investigador relató que él y el doctor Prieto comprobaron lo anterior en las entrevistas con los representantes de los centros comunitarios y los funcionarios de gobierno.

“Nos dicen: ‘estamos haciendo un gran papel capacitando a personas para que se desarrollen económicamente’; y está bien, pero hay otras cuestiones que también son fundamentales.
Fue un proceso bastante interesante hablar de los centros comunitarios porque fue hablar de violencia, de desigualdad, de aspiraciones políticas, de deficiencias o trabajo pendiente por hacer. La deuda pendiente del capital social con los centros comunitarios”.
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