Coral Aguirre a larga distancia
La UANL ha lanzado su estrategia digital. Hoy, profesores y alumnos llevan clases a distancia. Coral Aguirre, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras, es una docente que cuenta su experiencia de clases en línea.
Y de pronto lo anunciaron. Se veía venir. La Secretaría de Salud dio la indicación a todo mundo de guardarse en casa. Algunos lo tomaron con el mejor agrado, mientras la mayoría tuvo que replantearse la vida.
La docencia es uno de los oficios más importantes en la conservación de la especie. Existen toda clase de profesores, de hecho, se dice que hay un profesor ideal para cada tipo de alumno. Hoy el mundo se debate entre enormes demandas.
Por ejemplo, la educativa, las escuelas no pueden abastecer por completo a una población estudiantil que crece sin parar. La oferta digital y la educación en línea aparecen como soluciones integrales a problemas integrales.
La llegada del COVID-19 invitó a todos aquellos renuentes a actualizar sus métodos de trabajo; los maestros no fueron la excepción. De nuestros profesores depende el futuro de las naciones ¿Cómo están tomando la pandemia los docentes de la UANL?
La maestra
La Facultad de Filosofía y Letras tiene entre su cuerpo de profesores a Coral Aguirre (Bahía Blanca, Argentina, 1938), que llegó a la UANL, en los años noventa, para impartir cátedra.
Ganadora dos veces del premio nacional de dramaturgia en su natal Argentina a finales de los años ochenta, Aguirre llegó a tierras regiomontanas para acendrar en el corazón de sus estudiantes, del público de teatro, sus colegas artistas y los lectores.
Hasta el día de hoy mantiene la columna Perfil de Mujeres en Milenio.
Famosa por su energía y presencia en el aula, Coral de pronto se vio frente a la contingencia. Como alumno, es mejor tener profesores como Aguirre en la corta distancia; es decir, en clase viva, presencial.
Los efectos en sus pupilos son asombrosos, pues la catedrática pone en práctica en el aula conocimientos de psicología, teatro y retórica, buscando sacar lo mejor de sus estudiantes.
Cuando se enteró que se debía modificar la rutina, la también galardonada con el Reconocimiento al Mérito Artístico Colegio Civil Centro Cultural Universitario se sintió un poco nerviosa.

Existe el profesor que dialoga y crea la clase en compañía de sus alumnos. Está también el otro, que se provee él mismo de toda la batería de sus conocimientos, el rey de la clase, habla, muestra, señala, es el sabio. Ambos son interesantes, de ambos se aprende.
“Está en uno, en cada uno de los participantes en cómo se crea lo que es válido, es bueno, afectivo e inteligente para todos”, señala la catedrática de Textos Griegos y Latinos.
La propia Aguirre se considera ciudadana del siglo XX, indicando que ciertos aspectos de la tecnología moderna le son un poco ajenos, por ejemplo, las plataformas digitales.
En cuanto a impartir cátedra, la también directora de la Escuela de Teatro de la FFYL señala que existen tal vez dos tipos de maestros con diferencias energéticas.
“He tenido maestros sumamente egocéntricos, cuya acción, discurso y comportamiento estaban centrados en sí mismos y en todo lo que él sabía y podía dar. Y he tenido estos otros maestros de diálogo permanente, de ir y venir, de acción y reacción y también quedan en la memoria.
“Del maestro sabiondo quedan sus conocimientos, lo que te aportó y lo agradeces. En el segundo, queda una suerte de afectividad y reconocimiento que uno agradece toda su vida”.
La también novelista ha advertido en estos primeros días de clases virtuales una rica experiencia. Percibe a los alumnos encantados con la novedad, el desafío que implica estar aislados.
La UANL ha puesto un gran esfuerzo para que la estrategia digital en la educación tenga la mejor calidad.
“El momento en la pantalla es muy lindo. No creo en esas diferencias sobre qué es mejor o peor. Si estás apasionado la cosa va a marchar de maravilla.
“Lo que aprende el alumno no son los datos duros, los grandes conceptos, los grandes hallazgos que te puede dar el maestro porque eso mismo te lo puede dar un buen libro, una poeta o un artista.
“Lo que tú recibes del maestro es la intención con la que dicta la clase, la intuición a propósito de quién eres, la actitud con que se presenta ante ti, despojado y cierto, tal como es, sin mentiras.
“Esto puede suceder tanto en el interior de una clase viva como en la soledad de ambas partes frente a la pantalla”, apunta la autora de Larga distancia.
Diferencias
Como anécdota, Aguirre imparte un seminario de teatro inglés con un grupo de maestría en Literatura y Artes. La experiencia es la misma, si hay diferencias no son cualitativas; son del carácter, del modo de hacerlo, de la exigencia que te propone.
“Te cansas más, tienes que ser más vehemente quizás. A la postre el resultado es el mismo, el alumno fue seducido, entró, sonrió, preguntó, hubo intercambio.
“Y yo hice la clase entonces no a partir de mi libro personal de mi biblioteca, sino de la biblioteca que ambos podemos compartir”.
De hecho, Coral acaba de percatarse de un hecho. En el aula debe existir un compromiso mutuo entre el alumno y el profesor.
De pronto las actitudes del estudiante distraen más al maestro que a los compañeros. Esto no sucede a través de la pantalla.
“También en la clase viva el joven está distraído o está triste o pensando en lo suyo. Y te diría que eso distrae más al maestro porque observa la indiferencia o pérdida de atención del alumno.
“En la pantalla sí se restringe esa observación o es menos visible y entonces por ahí uno se lanza a soñar con el alumno y en una de esas lo atrapa más precisamente porque no se dio cuenta que estaba indiferente y lo interpela le pregunta y le repite la pregunta.
Yo no veo ninguna dificultad. Tuve miedo, sí, por supuesto cuando empezamos el aprendizaje de la plataforma me sentí un poco desesperada. Entre viernes y sábado respiré hondo y dije bueno, vamos a arreglarnos, vamos a ver qué pasa”.
Mientras algunos maestros de la vieja escuela -y también algunos recién egresados- se niegan a adaptarse a la era digital, Coral Aguirre está trabajando en Skype, Zoom y Bluejeans. Si se presenta algún detalle técnico, lo resuelve con la ayuda de sus alumnos.
Una vez que inicia sesión en la plataforma, es la Coral Aguirre de siempre; los estudiantes no notan la diferencia entre el aula viva y la virtual.
“Me lanzo a soñar como siempre, a ser la maestra que tú conoces que interrumpe, cuestiona, ¿qué piensas tú, qué te pasa? Frente a esto ¿qué herencia tienes, qué guardas dentro de ti para poder manifestarlo?
“Los alumnos están muy entusiasmados, por lo menos conmigo. Están contentos. Es como una cuestión de una novedad donde la curiosidad y el asombro se integran a la curiosidad y el asombro por la materia que estamos desarrollando”, detalla la catedrática de 82 años.
El cómo sí
Aguirre encontró el cómo sí continuar con las actividades de la Escuela de Teatro de la FFYL, en donde funge como directora y maestra. Mientras levantan la cuarentena, harán algo de cine.

“La Escuela de Teatro, con todo y lo que significa teatro, que es presencia viva, que es el aquí y ahora con la carne y sangre del actor en escena, fue sacudida, maestro y alumnos fuimos sacudidos por esta situación que se nos presentaba.
“Pensé en el cine. Hicimos reunión de maestros, todos a través de una plataforma, y les propuse ser honestos con el material que tenemos a la mano y trabajemos con lo práctico como si fuera cine.
Solamente tengo las caras de ustedes a nivel hombro, vamos a trabajar desde ahí. Tratar de trabajar lo que nos cabe que es esta cuestión de lo anímico, la vivencia, el monólogo, el soliloquio, el trabajo que se puede hacer frente a una cámara.
“Así vamos a trabajar los exámenes, que serán monólogos con cámara y elección de materiales que correspondan a la interioridad; a los cambios de estado de ánimo, trabajo muy íntimo como exige el cine, intimidad y economía que, por el contrario, el teatro derrocha. Las materias teóricas van saliendo tranquilamente”, finalizó.
Aguirre es un ejemplo de que el buen profesor lo es siempre, y a través de su trabajo con la literatura, la cultura y el arte siembra en sus alumnos la semilla que transforma y trasciende en la sociedad.
Por: Guillermo Jaramillo Fotografía: Jonathan Monsiváis